Síguenos en redes sociales:

Erredakziotik

Sandra Atutxa

Coordinadora Multiplataforma

Regalo con patas

Cada año, en estas fechas, escaparates, anuncios y redes sociales se llenan de imágenes de cachorros envueltos en lazos. La escena es tierna, casi irresistible. Sin embargo, detrás de esa estampa navideña se esconde una realidad mucho menos amable: la compra impulsiva de mascotas y, semanas después, su abandono. Cada cual es libre de decidir si compra una mascota o si adopta en una protectora o perrera. Esa elección es personal y respetable. Lo que no debería ser opcional es la conciencia. No existe una cifra exacta de cuántas mascotas se adquieren durante estas fechas. Algunas estimaciones apuntan a que hasta un tercio de las mascotas regaladas acaban en protectoras y que un 25% son abandonadas en enero. Una mascota no es un objeto decorativo que se deja en la cama cuando deja de hacer gracia. Un animal tiene necesidades reales y constantes. En el caso de los perros, hay que sacarlos a pasear todos los días, haga frío, llueva o apetezca quedarse en el sofá. Necesitan vacunas, atención veterinaria, una alimentación adecuada y tiempo. Todo ello supone un compromiso económico y personal. Adoptar o comprar debería ser una decisión meditada, compartida por toda la familia y asumida con plena conciencia de lo que implica. Quizá estas fiestas no se trate de decir sí a un impulso, sino de saber decir todavía no. Porque querer a los animales también significa protegerlos de decisiones tomadas sin pensar. Y porque el mejor regalo que se le puede hacer a una mascota no es un lazo, sino un hogar para toda su vida.