Bilbao se apresta hoy a vivir la jornada más intensa en cuanto a atención a visitantes se refiere. La final de la Europa League ya se sabía que iba a ser todo un reto para la ciudad y la organización pero que hayan llegado al encuentro dos equipos ingleses sitúa el escenario en el peor posible. Hubiera sido muy distinto si a la cita hubieran llegado el Athletic y la Real, se lo aseguro. La invasión, literal, de decenas de miles de aficionados de Inglaterra ha puesto la ciudad patas arriba desde el lunes y hay vecindario que se pregunta si merece la pena todo este tinglado. El alcalde Aburto ya era consciente ayer en estas páginas del follón en el que está inmersa la ciudad y pidió paciencia a la ciudadanía. Cortes de tráfico severos, ocupación de espacios públicos para las zonas de aficionados, servicios públicos en tensión con todas las plantillas trabajando... Son algunas de las consecuencias de un evento que afecta directamente a los vecinos durante varias jornadas. Sin duda, la final sitúa a la villa en el mapa europeo una vez más y la postula para atraer nuevos turistas; los visitantes dejarán una pasta, aunque en pocos sectores y muy concretos; y vuelve a poner a Bilbao en la palestra para ver si es capaz de acoger grandes acontecimientos multitudinarios. Todo se ha preparado para que vaya rodado, como el balón. Esperemos que no haya juego sucio, ni faltas arbitrarias. Que el envite deportivo deje una ciudad bien parada y a un vecindario satisfecho.