No hay día que la lideresa, o sea, Isabel Díaz Ayuso, no saque los pies del tiesto. Ella fue quien acuñó que el término libertad era irse de cañas mientras 7.291 mayores morían en sus residencias durante la covid porque su Gobierno prohibieron los traslados a los hospitales. Todo ello mientras, vivía en un lujo hotel de su amigo Sarasola sin que hoy en día sepamos a ciencia cierta quién pagó esas facturas. La penúltima confrontación tiene que ver con una jura de bandera. El mismo día en que el presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo, pedía una reunión con la cúpula militar del Ejército español para hablar de Defensa sin que sepamos todavía qué quiere saber el presidente del PP, su presidenta en la Comunidad de Madrid decidió que ella también quería una foto rodeada de uniformes y exigió a la alcaldesa de Alcobendas, también del PP, presidir una jura de bandera de civiles, precisamente donde la propia Díaz Ayuso juró bandera hace siete años. Defensa amenazó con “cancelar” el acto si ella acudía. Finalmente lo presidirá un general junto a la máxima autoridad civil del municipio. Tras el penúltimo choque, Ayuso ha decidido romper relaciones con el Gobierno de Pedro Sánchez y no les invitará a los actos del Dos de Mayo. Si eso lo hubieran hecho Euskadi o Catalunya los ríos de tinta de la caverna no tendrían fin. Definitivamente es Ayuso la insumisa. Cosas del nacionalismo madrileño.