Fue a mi aitite al que escuche por primera vez hablar del Talgo, Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol. Su relato señalaba la traición de Alejandro Goicoechea, que se pasó al bando franquista revelando los puntos débiles del cinturón de hierro y facilitó la entrada de las tropas nacionales en Bilbao. Goicoechea puso en marcha tras la Guerra Civil Talgo, que fue uno de los grandes emblemas de la dictadura ya que revolucionó el transporte ferroviario en Europa. De alguna forma, el destino cambia las tornas. El histórico fabricante de trenes está a punto de recuperar sus raíces y reafirmar su arraigo en Euskadi gracias a la inquietud de José Antonio Jainaga, incansable empresario con el ancla echada en estas tierras de oportunidades, que lo mismo compra Sidenor que se postula como presidente del Athletic y que ahora intenta reverdecer una compañía que reúne todos los ingredientes de la receta del éxito. Si hubo un expreso de medianoche entre Turquía y Grecia, un recorrido ferroviario de oportunidades para el tráfico ilegal de drogas, el tren de Talgo pasa ahora por otra línea férrea alimentando un futuro industrial con sede en Euskadi dentro de los parámetros de la legalidad. Por ese camino de hierro transita el futuro de la compañía, pasando por estaciones y horas desconocidas. Un asunto que lleva semanas quitando el sueño a los implicados, Gobierno vasco, Sidenor, BBK y Vital Kutxa. Hay que cruzar los dedos para que llegue a buen destino.