Hay tradiciones y entidades botxeras seculares que siguen perennes en su actividad y participación. El pasado año se celebraron los 250 años de la creación de la Casa de la Misericordia, institución que a tantos infantes y mayores ha protegido. La Sociedad Bilbaina, ese club privado fundado como sociedad de recreo y cultura en 1839, mantiene su histórica sede de la calle Navarra, casi como en sus comienzos. El Club Deportivo soplará este año 113 velas manteniendo su espíritu por los sports intacto. Y luego están las citas populares, una gran mayoría basadas en la celebración de santos cristianos, días de mercados y convocatorias donde la poblaciones se juntaban o trasladaban para vender productos del agro e intercambiar enseres. Santo Tomás y su mercado en Bilbao es una prueba y otra la encarna la celebración de San Blas del lunes. La festividad del médico y obispo armenio al que se atribuye el milagro de salvar a un niño que se atragantó con una espina de pescado, moviliza a miles de personas en el entorno de la iglesia de San Nicolás donde unos cuantos vendedores hacen su febrero con la venta de los cordones bendecidos. Una creencia que parece tiene sus años contados si tenemos en cuenta la ausencia ayer de jóvenes en las colas de los puestos dispuestos a protagonizar el relevo generacional. Quizás una prueba más de que las propuestas católicas pierden adeptos a pesar de que curen el mal de garganta.
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