Es triste la contemplación de muchos de los edificios residenciales erigidos en la última década en Bilbao y alrededores. Prácticamente la mayoría son bloques cebra, una definición quizás despectiva pero basada en una estética que combina en sus fachadas listas negras y blancas, anodinas, sin interés arquitectónico. Prácticamente todas las promotoras, incluso las que cuentan con músculo financiero, han optado por construir bloques donde sus paños exteriores son ventilados utilizando materiales baratos y fáciles de montar. Ejemplo claro son las cuatro torres que conforman la mayoría del nuevo barrio de Garellano. Aúnan viviendas protegidas, de VPT y precio libre y aunque parecen distintas son casi iguales. La zona de Bolueta, excepto sus dos primeros rascacielos negros auspiciados por el Gobierno vasco, el resto de bloques se visten de rayas horizontales. Y en Zorrotzaurre, la dinámica prosigue aunque hay que destacar que algunas construcciones se distancian de la corriente, curiosamente las planteadas también desde Lakua. Abaratamiento de coste en diseño y materiales que implica que los nuevos hogares en vertical carezcan de firma. Ya no digo que los residencias en ciernes tengan detrás arquitectos internacionales de postín que engrandezcan el listado que luce Bilbao, digo estudios locales, que los hay y buenos, que aporten originalidad y frescura al diseño. Eso sí, las promotoras deberán pagar minutas a los profesionales y ganar un poco menos en las cuentas finales.
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