El lunes, cuando tome posesión el señor del dinero, rey de Yankilandia, príncipe de Groenlandia y barón de Panamá, estará junto a él, muy pegadito, Elon Musk, el hombre más rico del planeta, que se ha comprado un presidente de EE.UU. Los gemelos diabólicos gobernarán en alegre biribilketa, e igual hacen explotar todo por los aires como ayer sucedió con la nave del dueño de Space X. El mundo en manos de dos psicópatas infantilizados, de gente millonaria que tiene el poder, controla gobiernos y se divierten con las democracias en El Juego del Calamar. A ver si una alianza de superhéroes nos libra de estos supervillanos. Porque lo Lex Luthor a su lado, una tontería. El multimillonario hecho a sí mismo (con un poco de ayuda de la mina de esmeraldas de su padre), tiene a Trump de pelele. Dos perturbados que van a destrozar el mundo y la independencia de los países, utilizando la ignorancia para imponer la ultraderecha para su beneficio particular. Musk ahora se hace llamar en lo que fue Twitter como “Kekius Maximus”. ¿Por qué no Pijus Magnificus o Piradus Maximus? Tontolaba le pega más. Ha tirado de talonario para hacerse con un presidente porque, de momento, no puede serlo él ya que es sudafricano. Aunque lo de la nacionalidad y la Constitución lo arregla este en media hora con cuatro mensajes en X y una ley a su medida.
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