Como ocurre cada 31 de diciembre este periódico tiene una vida más larga de lo habitual por el vacío que deja el kiosko cerrado el día de Año Nuevo, como ocurre en Navidad. Se dice en la profesión que hay que mimar los temas de la edición de este día, porque el lector o la lectora tiene más tiempo para leerlo. Esto ocurría de modo casi inexorable hasta la llegada de internet. Ahora, las noticias viajan a otra velocidad, pero en las páginas de este diario tienen, entre otros, tres temas con miga para leer. Testimonios de personas que comen las uvas trabajando, el centenario de la anexión de Begoña y Deusto y el intento de artistas de Irala de revitalizar la vida del barrio pintando murales en las grises persianas de negocios cerrados. Son informaciones cercanas, que hablan en cierta medida de esfuerzo y compromiso en dos de los casos. Y de historia en el otro. Es este último el que de alguna forma nos recuerda la velocidad a la que vivimos. Hoy no se puede concebir Bilbao sin Deusto o Begoña, pero el camino conjunto se remonta a apenas un siglo. Un suspiro en la historia, pero a DEIA han llamado estas últimas semanas lectores, ya de cierta edad aunque no fueron testigos del episodio, interesados en que se cuente “el atropello” que supuso la anexión. Cada año trazamos marcas de conteo en la pared de la vida, nos hacemos mayores. Sin embargo, todos guardamos frescos en la memoria acontecimientos que, vividos o escuchados, nos mantienen lozanos y vigorosos de año en año.
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