Al alcalde ultra de Badalona, el popular García Albiol, no hay devastación que le mine los ánimos y, mientras el corral político anda peleándose por las competencias de las catástrofes, él se ha sacado de la manga el árbol de Navidad más alto del Estado, de casi 43 metros de altura, para así competir con el alumbrado vigués de Abel Caballero. Una lucha a brazo partido sobre quién la tiene más grande. La celebración, queremos decir. Aunque, a estas alturas y en el ejercicio de la profesión de ambos, más bien habría que medir la desvergüenza. Y en eso el ínclito Mazón les gana por goleada. Para cuando lean estas líneas es probable que el president valenciano marche ya por la versión 666, cual diablo, de sus andanzas la jornada en que muchos de sus ciudadanos perecían ahogados mientras él se ponía las botas. Porque, ¡qué falta hacía que estuviera presente en la coordinación de las emergencias! ¿O acaso se creen que es John Hannibal Smith desempeñando una operación de El equipo A? Que lo suyo es pisar moqueta y que le pongan mesa y mantel, y no chapotear entre los hilitos de barro, que para eso ya está el huidizo soldado Sánchez. Aunque, a ver... Si el pasado fin de semana miles de vizcainos tuvieron que enterarse por el boca a boca de que no podían consumir agua del grifo a falta de que sus instituciones locales hicieran este trabajo; ¿qué podemos esperar a mayor escala aunque la tragedia nos llegue el cuello? Pues eso. Cada vez más grande.
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