Gusanos en el pescado de la Villa Olímpica, caca en el agua y medallas oxidadas. En los pasados Juegos Olímpicos, Francia se ha cubierto de grandeur. Primero, fueron las camas anti-sexo. En lugar de catres antifornicio, lo que debían crear son instalaciones anti tiktok, porque luego todo se sabe. El oro olímpico Thomas Ceccon apareció durmiendo tirado en el césped porque en la Villa no había quien parase de calor. Después, fue el agua del Sena, contaminada, se mire el análisis que se mire, aunque la alcaldesa Hidalgo se hiciera un Fraga en Palomares. Más tarde fue la comida. El también nadador Adam Peaty desveló que el sistema era un desastre, y los deportistas se habían encontrado gusanos en el pescado. Adam; se llama anisakis, y eso significa que el pescado es fresquísimo. “No hay suficiente cantidad de algunos alimentos; huevos, pollo, ciertos carbohidratos… a los atletas les están sirviendo carne cruda”, denunció Andy Anson, jefe de la asociación olímpica británica. ¡Qué me expliquen dónde ha quedado la haute cuisine française! Por si las criticas se quedaban pequeñas, ahora resulta que las medallas destiñen. Un skater estadounidense ha enseñado la de bronce decolorada, pelada, y como venida de la guerra. Diseñadas por la casa de joyería parisina Chaumet de LVMH y fabricadas por la Casa de la Moneda de París, parecen salidas directamente del Mercado de las Pulgas.