A pesar de que desde el 1 de enero todos los alumnos universitarios y de formación profesional que realicen prácticas formativas o prácticas académicas externas (remuneradas o no) incluidas en programas de formación cotizan a la Seguridad Social, este año resulta más difícil que otros encontrar a los nuevos profesionales dispuestos a darlo todo con intención de iniciar un futuro. Hablando con los empleadores las versiones son muy diferentes. Dicen que unos quieren un contrato a la carta: solo mañanas o tardes; otros, no trabajar fines de semana, y otros, tampoco quieren renunciar a todas las vacaciones o se toman el fin de los estudios como el último verano antes de entrar en la vida adulta, sinónimo de obligaciones. Así, hemos llegado a que en prácticamente todos los gremios faltan puestos que cubrir en julio y agosto. Si hablas con los becarios potenciales se quejan y no sin razón de que se les explota total para luego darles la patada. Llegan a considerar las prácticas una temporada estéril de la que no sacarán un futuro. Para la parte de la sociedad más aburguesada la gente más joven no necesita trabajar porque ya tienen en casa todo lo que necesitan. Se les compra coche, se les paga las vacaciones y tienen el merecido tiempo libre. Así, para qué van a querer adelantar la vida laboral unos meses. La realidad es que el 60% de las personas que realizan prácticas no son remuneradas y casi el 40% están mal pagadas. No sé si se les puede exigir además ilusión. Son becarios, no tontos .
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