BUSCAR la felicidad es la meta a la que aspiramos los humanos desde el mismo día en que nacemos. Lo que en los primeros años de vida parece una tarea intuitiva se va complicando con el tiempo. Por eso encontrar la felicidad se convierte en algo más que una meta. Y para conseguirla aparecen a lo largo de la vida desde gurús del bienestar hasta mediadores en los conflictos. Pero la felicidad es tan intangible como subjetiva. A todos no nos hacen felices las mismas cosas. Muchas veces me he preguntado cómo se vivirá en Finlandia. De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Finlandés de la Felicidad, sus habitantes mencionan que la proximidad a la naturaleza es uno de los principales factores que contribuyen a su felicidad. Será por eso que el Informe Mundial de la Felicidad 2024 (World Hapiness Report) coloca a Finlandia como el país más feliz del mundo por séptimo año consecutivo, seguido de Dinamarca e Islandia. España desciende cuatro posiciones en el ranking. Leyendo esto me acabo de enterar de que todavía podemos hacer algo para mejorar en el ranking de felicidad. En Madrid hay desde hace unos meses un Museo de la Felicidad. Es el primer museo interactivo de la felicidad del mundo. Ofrece una experiencia única para toda la familia, destinada a disparar las hormonas de la felicidad. Permite entrenar la felicidad, con evidencias y rigor científico. No sé si me hace feliz pensar que quizás algún día la felicidad se pueda llegar a comprar.