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Mesa de redacción

Jose Uriarte

La duda

Hay una edad temprana en la que uno lo pregunta todo por desconocimiento y otra, más bien tardía, en la que por lo que ha conocido uno se pregunta de todo. Sí, la vida es una eterna incertidumbre. Aunque hay quien diría que es más un vacile cuando la duda existencial, aquel “ser o no ser, esa es la cuestión”, que Shakespeare puso en boca de Hamlet, se limita a optar entre la jubilación o ser vecino de Nueva York. A ver si lo explico. A estas alturas uno ya ha decidido, qué remedio, que no desearía ser joven porque serlo equivaldría a una grosera pérdida de poder adquisitivo que te impide hasta vivir tu vida, es decir, vivir por tu cuenta... corriente aunque hayas podido invertir media existencia y ahorros familiares en una carrera universitaria y un máster (los licenciados en universidades privadas cobran un 12% más y con máster otro 11% más, dice una fundación bancaria). Y ha decidido, a la fuerza ahorcan, que dentro de la pirámide (poblacional) uno prefiere evitar el laberinto de los 30-40 años en los que se casa... con la hipoteca o el alquiler y no logra el nivel de renta que se tenía a esa edad hace dos décadas, según informe del Banco de España. Y como dicho informe sitúa el máximo de la riqueza neta en aquellos de 65 a 74 años, está claro que lo ideal es la jubilación. ¿Qué tiene que ver Nueva York? Simplemente que de vivir allí la duda lo es menos por las probabilidades de ser millonario. Hay uno cada 24 neoyorquinos. Los más, mayores de 65.