EL factor oscuro de la personalidad, denominado factor D, encierra los rasgos particulares de la maldad humana y se explica como la tendencia general a maximizar el interés individual sin considerar, de forma malintencionada, el daño que ese comportamiento puede tener sobre los demás ni la inutilidad del mismo. Comprendería atributos como el egoísmo, maquiavelismo, ausencia de ética y sentido moral, psicopatía, sadismo, interés material, malevolencia, narcisismo y el llamado derecho psicológico, la convicción por la cual una persona se siente merecedora de más derechos y concesiones que los demás, proclive todo ello a la victimización. Hasta ahora tenía mis sospechas fundadas, pero tras el vigésimo aniversario del 11-M, qué quieren que les diga, semejante perfil dibuja fielmente al expresidente español José María Aznar. Pero no solo. Tiene a una alumna aventajada al frente de la Comunidad de Madrid y a toda una red de prostitutos de la información que aún hoy, bien para cicatrizar su ego bien como pago a los servicios recibidos, son capaces de sostener la ignominia conspiranoica que propagaron con vileza y sed de venganza, y hasta buscando embaucar a algunas familias de los 193 asesinados por el yihadismo, con el plácet de cierta asociación vendida a su causa. Resuenan sus voces como las de esos demonios de la mente propios de un psicothriller. Ellos sí que son Los renglones torcidos de Dios. Y lo que es peor, no hay escapatoria. l

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