LO ocurrido en Valencia el pasado mes con el pavoroso incendio que destruyó 10 vidas y dejó imágenes irrepetibles con las llamas devorando el doble edificio residencial tiene que suponer un antes y un después en la política antiincendios institucional. Por pura casualidad, aquí, en Bizkaia, se han adelantado los administradores de fincas con un convenio firmado con bomberos especialistas y la Fundación Mapfre. Quieren concienciar a los vecinos de tomar medidas preventivas de fuegos en los hogares y que, en caso de que se registren, actuar sin miedo para evitar muertes. Los administradores de comunidades van a ser el vehículo perfecto para ello ya que en las reuniones de residentes podrán informar de las catástrofes que suponen un incendio en un hogar y hacer proselitismo entre sus oyentes. Unos discursos que no pueden caer en el olvido sobre todo cuando es tan fácil tomar medidas. Una de las más pregonadas por los técnicos especialistas es la colocación de un detector de humos. Salvavidas le llaman porque te avisa con tiempo suficiente de la presencia de las llamas y puedes actuar con menos nervios y más temple. Es trágico que pocas casas nuevas tengan de obra estos dispositivos y en las que se renuevan no se instalen de oficio. El programa descrito va a donar 500 aparatos chivatos pero una buena medida sería obligar por ley su colocación. Y ya puestos que las entidades locales financiaran su instalación. Poco dinero sería para lo que supondría su labor.