Otra vez el Borbón en el Bribón. El emérito no necesita amnistías. Vivimos en un estado de derecho. La corrupción es un derecho inviolable. Y el exilio se reserva a rojos y separatistas. Por eso, Juancar no solo regresa cuando le apetece a Sanxenxo, sino que sale de excursión, a navegar con la familia. ¿Qué plan tienes para el finde?, le debió preguntar a su hermana. Y nada de una paellita en casa, mejor un rule por las Rías Baixas. Así que vuelve sin dar explicaciones, sin clarificar sus cuentas, ni pagar sus impuestos... Pero viene aquí a darse la vida padre y a hacer una singladura con la family. Bien es verdad que la zodiac, la Cristina, parecía el camarote de los hermanos Marx. Allí se amontonaban una persona de movilidad reducida, una discapacitada visual, una recién operada, su cuñado, su sobrino, su ahijado, dos amigos... Al parecer, doña Margarita también es una entusiasta del mar. La afición marinera les viene del bisa, Alfonso XII. Y dicen que su padre, el conde de Barcelona, ya pasaba más tiempo en el Giralda que en tierra firme. Así que, a la espera de confirmar la presencia del exyerno Urdangarin en el Chorizo I, y la de la otra hija a bordo del Nomentero de ná II, es posible que se les sume la infanta Elena. Patroneará el Alibabá II, como acostumbra. A quien corresponda; un poco de disimulo tampoco estaría mal. No hace falta alardear tanto de vivir a cuerpo de rey.

clago@deia.eus