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Mesa de Redacción

Maite Redondo

Cuarta ola del Me Too

LA caída -aunque no tan fulgurante como tenía que haber sido -de Luis Rubiales demuestra que ha cambiado mucho la sensibilidad que tiene la sociedad en temas como el consentimiento, el abuso o la manipulación emocional. La dimisión del presidente de la federación española puede suponer el inicio de la cuarta ola de nuestro Me Too; es de esperar que, a partir de ahora, no se consientan ya más actitudes que hasta hace poco eran consideradas como “cariñosas”. Y de eso el mundo del cine sabe mucho porque a menudo se han calificado como gestos románticos algunos que, en realidad, dan un ejemplo terrible de lo que debería ser una relación sana entre dos personas. Ejemplo de ello son películas como 50 sombras de Grey, que romantiza todos los gestos manipulativos de Christian hacia Anastasia. La presidenta de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), Cristina Andreu, acaba de decir en el Zinemaldia que está segura de que en la industria audiovisual estatal hay abusos sexuales y de poder y lamenta que muchas actrices y cineastas no denuncien porque temen caer en el ostracismo y perder su trabajo. “En EE.UU. el Me Too fue importante porque salieron muchas voces a la vez”, asegura. Es cierto que se han dado pasos como la creación de la figura de coordinador o coordinadora de intimidad, pero todavía queda mucho por hacer, aunque el movimiento es ya imparable. O al menos eso confío. 

mredondo@deia.eus