EL pasado agosto, en el Sonorama Ribera Festival, Amaral se quitó el corpiño y cantó Revolución con su pecho al descubierto. Poco más de un mes después, la artista ha hablado sobre este gesto y lo ha calificado como la liberación más grande que ha sentido jamás. La cantante ha expresado lo mucho que le aterra el retroceso y la censura que estamos viviendo, aunque tengo que confesar que personalmente no veo ninguna libertad en quedarse a pecho descubierto en el escenario, ni lo considero una manifestación de la libertad femenina, pero allá cada cual. Las declaraciones de Amaral han coincidido con el aniversario de la muerte de Mahsa Amini, la joven de origen kurdo que murió tras ser detenida por llevar mal puesto el velo. Su muerte provocó fuertes protestas pidiendo el fin de la República Islámica. En estos doce meses, el Gobierno iraní ha sofocado las revueltas con látigo de hierro: detenciones arbitrarias, desapariciones, siete ejecuciones públicas y más de medio millar de muertos. Y lo peor de todo es que la ley que obliga a las mujeres a llevar hiyab sigue vigente y continúan produciéndose detenciones y sanciones por parte de la Policía de la Moral. Pero ya nada ha vuelto a ser lo mismo, las mujeres iraníes siguen manifestándose, saliendo a la calle, aunque paguen muy caras las consecuencias. Mientras tanto, el mundo continúa mirando hacia otra parte.

mredondo@deia.eus