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Mesa de redacción

Jose Uriarte

Y un huevo frito

No sé qué pasará el mes que viene, cuando la vida se amargue con el final de las vacaciones y no haya quien la endulce porque el azúcar ya se ha encarecido en un año un 45%. Esto del IPC, siglas que ocultan la realidad del cotidiano TEC (Todo Está Carísimo), parece diseñado por un endocrino de esos que te quitan el azúcar del café y olvidan recordar que hay un edulcorante, el aspartamo, potencialmente cancerígeno. Y ni el postre nos dejan. Bueno, ni el postre... ni el plato principal, que la carne ha subido un 18%; la leche, un 20%; el arroz, un 21%... El caso es que los inspectores de Hacienda -sí, ellos tenían que ser- encargados de elaborar esa cartilla de racionamiento, perdón, esa lista de precios de consumo, van a dejar sin trabajo a tanto gurú de las dietas y el vientre plano como hay en internet para recomendar, pura genialidad vía wifi, no comer esto o aquello y hacer ejercicio. Hasta ahora salía más caro lo segundo que lo primero, pero tal y como se dispara el índice va a costar menos hacerse un traje, digo un chándal, que un huevo frito. ¿Que no? El aceite de oliva ha subido un 31% y los huevos, un 13%. Tiene ídem. Porque no será por pagar el sobrecoste del olivo o el sobreesfuerzo de las gallinas, pobrecitas ponedoras explotadas ellas. Así que no sé qué va a suceder en septiembre, cuando la vida se amargue. Si se fijan, este año en la playa ya se ve a la gente más delgada dentro de su traje de baño nuevo.