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Mesa de Redacción

Igor Santamaría

Redactor

Cuestión de fe

Cuando les vi tan desfasados al ritmo de Las 12 de Ana Mena me entraron ganas de teletransportarme al fiestón que este Papa socialcomunista (ironía) se ha vuelto a montar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Según Francisco, un millón de “surfistas del amor”. Cuando, de repente, una adolescente madrileña de 16 años, Jimena, perteneciente al Opus Dei, afirmó haber recobrado la vista allí mismo, dos años después de verlo todo borroso, solo con rezar una novena a la Virgen de las Nieves, hallé la solución perfecta para mi neuralgia. ¡Si es que lo que no logre el salado de Bergoglio! Él, tan aperturista que solo le falta hacer de jurado en una edición de Drag Race vestido de arcoíris. Tan entregado a los migrantes que denuncia cómo el norte de África se ha convertido en “el cementerio más grande”. No sé qué pensarán de sus homilías algunos de esos cien mil muchachos españoles que viajaron a Lisboa, bastantes con los brazos en alto y entonando el Cara al sol o popularizando el Que te vote Txapote, que digo yo habrán aprendido en sus casas. O, lo que es peor, en un modelo educativo ideologizado. De la Iglesia que se refugia en el “silencio cómplice” de la sociedad para purgar sus delitos ya me libro yo con mi absentismo eclesiástico. Me preocupa más la horda de Jóvenes muy jetas (JMJ) lanzada, en plan influencers, a poner de moda toda una batería de soflamas fascistas estimulados por sus mayores. Ahí pierdo la fe en los milagros.

isantamaria@deia.eus