COMO prolegómeno a los sondeos a pie de urna, aquí va uno a pie de horno. El tamaño de la muestra es reducido, de cinco o seis sujetos, con un margen de error de uno, pero a universo lo peto: seres vivos de 11 a 93 años con y sin derecho a voto. La pregunta, que qué le pedirían al próximo alcalde o alcaldesa de Bilbao. El crío, que no opina por las buenas, dice que a qué viene el cuestionario. Hay elecciones. “¿Selecciones? Porque el Mundial es dentro de unos años”. Me echo la mano a la frente en plan emoticono desesperado. ¿Este es hijo de periodista o me lo han cambiado? En fin. Que pidas ya, que tengo prisa. “Pues más campos de fútbol”. ¿Y ya está? “Con hierba artificial”. ¿Y nada más? “A ver, tienes cara de que tú ya sabes lo que necesita Bilbao y estás intentando que yo lo adivine con psicología inversa, aunque no sé qué es eso”. Me parto, doy por buena la respuesta y paso a la nonagenaria. “Que cuiden mejor a los ancianos que van solos arrastrando los pies con una bolsita, que son los que les han criado a todos ellos”. Le toca el turno al descreído, que reivindica “talos con carne halal para el próximo Santo Tomás”. La mujer de mediana edad quiere “que vuelvan el parque de atracciones y Nogaro”. Cuánto daño ha hecho la gira Yo fui a EGB. La veinteañera, “bonos cultura y para alimentos saludables de proximidad, que están carísimos, vivienda, que dejen en paz a los gaztetxes...”. Su mascota, “perros en el metro de más de 10 kilos”. Pues ya estaría.

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