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Mesa de Redacción

Susana M. Oxinalde

‘Sólo’ dejen de manosearla

ANDABA la palabra solo empoderadísima desde hacía años sin el adorno de la tilde para llegar los de la RAE y volvérsela a colocar, sin permiso y porque sí. Y ahí está, tutelada por una influencia más, lo mismo un patriarcado que la talla 36, la correcta feminista o la curva profesional sin peros que valgan. Mira que solo ya era independiente sin tilde, tenía de extra hasta solamente en un viaje donde solo ya vuelve a tener rayita como si fuera un señor que le ha puesto un piso. Yo ya la veo en las manifas del 8-M, exigiendo que dejen de manosearla, de violarla en cada frase, de decirle, por supuesto y por su bien, lo que tiene que ser en la vida o llevar encima para que otros estén contentos. Y para cuando, nosotros, plumillas, con nuestra mala manía de cagarla en el trabajo y publicarlo en el periódico, ya íbamos sin miedo de la tilde, nos la devuelven sin consultarle ni a ella y en veinticuatro horas, nos la vuelven a quitar. Así han desmentido los académicos que no, que la tilde no pinta nada con solo, que puede validarse sola saliendo impelida hacia los consejos de administración que le acentúen todo el poder. La palabra está hasta los ovarios de su utilización y no digamos la tilde con su quita y pon, irreductible para los rebeldes que siempre acabábamos pintándola. Eso sí que era libertad de elección, ese lugar donde siempre, hasta cuando no había letras, residió el verdadero power.

susana.martin@deia.eus