EN la apertura del Año Judicial de la CAPV Urkullu refirió el hastío por la interinidad del CGPJ que cumple años en un mes: cuatro errando por las praderas de los poderes del Estado y a la espera de un acuerdo entre los dos grandes partidos que no llegará hasta después de las generales. Otro año. Los jueces contestaron pidiendo al Ejecutivo mimos para el Poder Judicial como quien pide a los políticos que sus decisiones no acaben en los tribunales, que luego ya se encargarán ellos de hacerlas populares y que sea la ciudadanía, o la hostelería, quien les mime. Lo más triste de este círculo vicioso de no acuerdos, hastíos e interinidad es que a los ciudadanos les da igual. Que a no ser que tengan algún asunto pendiente en el tribunal de más alta jurisdicción, o sea, en alguna sala del Supremo, llenas de vacantes sin nombramientos, al profesor, la científica o al electricista le importa bien poco quién es Carlos Lesmes ni a lo que se dedica, así ande repicando cada cumpleaños el mismo discurso sobre el despropósito al que le están sometiendo el PSOE o su íntimo PP. Todo sin dimitir, claro, pero igual de hastiado que acunado por su propio interés personal, que es quien siempre te arrulla un no va más. Así y todo, llevamos tres años y pico con la cantinela de la necesidad de acuerdo, el haztazgo y el pulsito partidista con los ya entrañables llamamientos anuales al fin del colapso. Debe de ser lo que arriba o abajo se conoce como la clase medio-harta.

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