ESTÁS tan tranquila viendo una serie, sin hacer daño a nadie, y te añaden a un grupo de despedida de soltera. Qué pereza. A mi edad y con un miembro viril brotando de una diadema. Seguro que el muelle cede y me paso la noche como un burro siguiendo una zanahoria. Ojalá hubiera sido así, pero fue peor. Como superviviente, les pondré al día. El periodismo, al servicio de la sociedad. Para empezar, recibí más whatsapps que en el grupo de padres. No sabía si organizaban una despedida de soltera o la de Isabel II. A toro pasado, de todo lo que propusieron comprar, lo único a lo que le vi utilidad fue la chapa donde pone si eres “la novia”, “la amiga” o “la prima”. Parece innecesaria, pero a ciertas horas es importante estar identificada por si te da un vahído y te tienen que llevar al hospital. Tú no podrás decir tu nombre por razones obvias y las que te rodean quizás lo intenten. Otra cosa es que las entiendan. Respecto a la hora de acudir, no hay solución buena. Si vas desde el mediodía, antes de la cena acabarás con una vía puesta. Si acudes a última hora de la tarde, te sientes como ET en medio de fiestas de Bilbao. La experiencia incluyó un paseo nocturno por San Francisco, con robo de móvil en Zabalburu incluido. Poco nos pasó. Y una cena show en la que todos bailaban la conga entre plato y plato. Lo mejor, la peluca de la abuela de Psicosis de la novia. Por suerte para ella, estaba irreconocible. Tamara Falcó, hija, no sabes lo que te has ahorrado.

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