HAN pasado casi siete meses desde que las tropas de Putin invadieran Ucrania, y Zelenski quiere que el mundo no se olvide de la guerra. Para eso, todo vale, también salir en el papel couché. Y Annie Leibovitz se ha ido a Kiev para retratar a la primera dama en pleno escenario bélico. El resultado, en octubre en Vogue. En abril ya entrevistaron a Olena Zelenska, pero eso sí, sin fotos. Ahora Olena posa para la cámara en su palacio presidencial, pero también junto a los escombros del aeropuerto. Para la ocasión, la esposa de Zelenski luce ropa de diseñadores ucranianos (Six, Kachorovska, Bettter, Hvoya, The Coat y Poustovit). Supongo que Vogue quiere ir de guay y los Zelenski, conscientes de que la información sobre la invasión decae a marchas forzadas, buscan, por pura desesperación, que siga en el candelero. Ucrania ya rozó el esperpento acudiendo a Eurovisión. Pero ¿es ético hacerse fotos (de moda) con la guerra como fondo? ¿Se puede lucir el vestido de un diseñador ucraniano junto a un soldado que mañana puede haber muerto en combate? En el espectáculo de la frivolidad, cualquier serie de Netflix se queda corta. Es la puesta en escena de un comediante y una guionista de cine, bastante sobreactuados, que creen a pie juntillas que, en el amor y en la guerra, todo vale. Mientras tanto, ustedes recuerden que si Europa no tiene gas en octubre, también pueden calentarse quemando el Vogue. l

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