NO censuraré yo el sex appeal de la alopecia, que ya se sabe la leyenda de los calvos: aguantan mejor las bromas sobre su calvicie que las mujeres. Será probablemente porque son legión frente a nosotras, escondiendo nuestras calvas sin referentes femeninos de una cabeza brillante, salvo Jada Pinkket, que lleva meses en las redes sociales normalizando su alopecia hasta que Chris Rock hizo una broma en el Dolby Theatre y se acabó la normalización. Fue una madrugada en la que supimos que puedes posturear sobre la libertad de enseñar aquello que tradicionalmente se esconde al mundo entero, pero cuando el mundo entero lo escucha de una boca que no es la tuya, va tu marido, se levanta y arrea una hostia con la mano abierta y en plano americano. Lo de las bofetadas en Hollywood siempre fueron un recurso muy cinematográfico. Hasta cuando se la colocaron a Gilda aquello se aceptó como un ejemplo en firme de los límites que hay que poner a una mujer. Como ahora, a guantazo limpio ha recordado Will Smith al público que tonterías las justas y que las bromas sobre la alopecia solo las hace ella o como mucho él, demostrando lo macho que uno se pone para defender a su hembra en nombre de Dios. A mí es que estos golpes (perdón) de efecto ya me aburren un poco y creo que deberían pronunciarse todos los calvos y calvas de este mundo sobre si la bofetada de los Oscar les representa. Y de paso, si después de agredir a alguien te mereces un premio.

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