L final iba a tener razón aquella monja que decía que teníamos la cabeza llena de pájaros. Que conste que nos la empezaron a poblar ellas, venga a hacernos colorear palomas de la paz. Eso marca, porque ahora veo una en el tendedero y me dan ganas de empuñar una plastidecor. A veces, hasta una alpino, que son más resistentes, y ahí lo dejo, que me da pereza rezar diez avemarías. No contentos con el palomar, se apelotonaron en nuestras azoteas Los pajaritos de María Jesús, el cuervo de José Luis Moreno y Los pájaros de Hitchcock, a cada cual más nocivos, compartiendo alpiste, entre otros, con Piolín, Calimero, Correcaminos, el pato Donald -me refiero al novio de Daisy, no a Trump - y el Pájaro Loco -me refiero al del tupé rojo, no a Trump. Con semejante muestrario ornitológico íbamos más que sobrados, pero ahora les ha dado a los del PP por hacer una pelea de gallos, o de gaviotas, y no sé si les va a dar también por criar cuervos, pero tienen toda la pinta de sacarse los ojos. Por si fuera poco, Telecinco está dando una chapa tremenda promocionando Pasión de gavilanes, que no tengo ni pajolera idea de qué va, pero solo les falta ponerle el gorro de vaquero y las espuelas a Pedro Piqueras. Ahora, puestos a elegir, mejor tener la mollera llena de plumas que de prejuicios. Vale que no me pondría el traje de Eduardo Casanova en los Goya para ir a currar, pero vivan los lazos de la libertad en los hombros frente a la soga de la intolerancia al cuello.

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