OMO ocurre casi siempre, es más fácil vomitar cuatro frases alineadas con lo que espera oír la audiencia que tener una opinión formada tras analizar el asunto. Esta ronda es de vinos, de denominaciones de origen y de política, una materia prima que lleva siglos amargando banquetes y que luce una contrastada capacidad de avinagrar el tinto más caro. Es sorprendente la capacidad de caza que tienen los tertulianos de las operetas televisivas y radiofónicas. Fijan un tema en la mira telescópica y aprietan el gatillo con una facilidad pasmosa. Son auténticos francotiradores a los que les da igual que sea perdiz, pato, abutarda, ciervo o jabalí; siempre se cobran la presa. Lo mismo predican sobre un volcán en erupción, que sobre el desafío catalán, el precio de la luz o el vino. Un blablablá que siempre llega a la misma desembocadura, ese delta del nacionalismo español que intenta transformar todo lo que arrastra el río en sedimento partidista. Y ya ven que de vinos la mayoría sabemos poco más que los que nos gustan o los que no, pero conozco a un profesional de la industria vitivinícola, que nació y vive al sur del Ebro, es decir en la comunidad de La Rioja, pero que ha desarrollado su carrera profesional en Araba, al que le parece una buena idea la implantación de una denominación de origen Rioja Alavesa. Sostiene que la uva de la ribera norte del río tiene mejores características y añade que la DOC Rioja no está bien gestionada. Y en su reflexión no pierde ni un segundo en cuestiones políticas.

Asier Diez Mon