L amor es una fuente inagotable para la literatura, tanto como que la literatura ya es una fuente inagotable para el amor. La historia del obispo emérito de Solsona (Barcelona) es de esas que solo se dan una vez, o al menos, nos las cuentan una vez y de aquella manera. Xavier Novell ha colgado los hábitos porque se ha enamorado. Hasta aquí nada nuevo en la viña del Señor, una marcha atrás humana del celibato y la monogamia espiritual si no fuera porque el obispo se enamoró de una escritora de novelas erótico- satánicas, entre ellas, una titulada El infierno en la lujuria de Gabriel, que en un solo título lleva incorporado todo el paquete del mundo hereje: el averno, un pecado capital y un arcángel, una trilogía ideal para envolverse en unos ajos y hacerse de cruces. Pero esta no es una crítica ni a las elecciones personales ni a la mala literatura sino una defensa a este exprelado que ha roto tanto el molde que una ya lo ve en los límites de la levitación, que lo mismo defiende el independentismo y la Catalunya lliure que relaciona la homosexualidad con una enfermedad resultado de la falta de la figura paterna, pero eso sí, su libertad no la coarta ni Dios. La otra teoría es la de la justificación de la escritora erótico-festiva para que se hable y mucho de lo que hay que silenciar que es la verdadera orientación sexual del protagonista y su mutis por amor. Todo lo demás es literatura.

susana.martin@deia.eus