S La Carrà porque se ganó el derecho a ser tratada así como todo quien permanece en nuestras vidas sin necesidad de estar presente, acompañándonos en cada fiesta, o más bien testando nuestra capacidad de alcohol en sangre sin miedo al ridículo. El "yo decido el cuándo, el dónde y con quién" de Aitana&War ya lo entonaba ella cuando aquí la mujer aún debía tener consentimiento firmado del marido para comprar un electrodoméstico. Nunca fue la esposa de nadie pero sí la diva de todos aquellos a los que liberó de prejuicios. Una bolchevique de la vida y del amor, donde todo es empezar, que nos destapó las partes íntimas y el cerebro cuando -como leo a una compañera- "del cerebro femenino se cuestionaba hasta su existencia". Raffaela se ha marchado sin cumplir la penúltima misión que se le tenía reservada: presentar las próximas ediciones de San Remo y Eurovisión, festival que recuperó a la exitosa Italia gracias a su empeño y ese desenfrenado golpe de melena rubia del que una vez se apropió en ese certamen La Perelli. Llenó los armarios de brilli brilli para acabar con la naftalina y sacar de ellos a un ejército de Lucas, canto a la diversidad sexual que por vez primera alguien se atrevió a interpretar en la RAI. Nos enseñó que para hacerlo bien hay que irse al sur y, aunque nos deja el corazón explotado, conviene no olvidar su mensaje: "Lo importante es que lo hagas con quien quieras tú". Lo que hoy en día, por increíble que parezca, aún hay que recordar.

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