AY empresarios de cacería por Euskadi que se han fijado en las oportunidades de negocio que genera la economía vasca. A veces la presa son compañías con gran desarrollo en los mercados exteriores, que han dejado de ser hace tiempo una rareza al nivel de un paseo espacial y se han convertido en terreno firme que se pisa con notable frecuencia. Otras veces es el mercado doméstico, la actividad que se genera en Euskadi, la que hace atractiva la entrada en el capital de la empresa. Y luego hay también interés por el desarrollo a futuro del proyecto. Seguro que rayando sin demasiada intensidad la superficie del tejido productivo vasco descubren ejemplos de posibles presas de estas tipologías y de alguna otra. No persigue este artículo señalar un caso en concreto, sino poner de relieve que no todos los cazadores vienen con las mismas intenciones. Hay quien busca obviamente reforzar su cuenta de resultados, pero sabe que la mejor forma de hacerlo es desarrollar la actividad de la empresa. Pero hay otros cazadores, que se pueden alinear en el rango de los escopeteros, cuya estrategia pasa por tomar una participación de control en el accionarido que le permita lograr la máxima rentabilidad posible en el menor tiempo. Y hacerlo sin garantizar el futuro de la compañía. Buscan el paquete de acciones bisagra que les permite cambiar la empresa y arrancarles el alma. Ojo con ellos que vienen con todo, me ha advertido recientemente un empresario que pelea por evitar un asalto.