OMO si estuviéramos sobrados de pasta, la UE estudia eliminar las monedas de uno y dos céntimos a finales del próximo año. Según los cálculos de Bruselas, en la península circulan unas ocho mil piezas, y cada ciudadano de la eurozona tiene aproximadamente 181 monedas pequeñitas. No sé si las lleva todas juntas en el bolsillo, si están perdidas entre los cojines del sofá o en la bolsa del aspirador. Pero los datos cantan. Así que los señores de negro pretenden unificar el redondeo de los precios para pagos en efectivo. Es verdad que incordian, sirven para poco y que deben ser un mazazo para el medioambiente porque su fabricación consume acero, cobre, agua y productos químicos como por un tubo. Pero ¡qué le vamos a hacer! Les hemos cogido cariño. Algunos países como Finlandia, Italia, Bélgica o Irlanda las han borrado del mapa hace tiempo. Parece que no valen el tiempo que toma contarlas, almacenarlas o transportarlas. Sin embargo, aunque sean consideradas piezas sin valor, con el redondeo de precios, la cesta de la compra puede saltar por los aires. Los carburantes subirán de 5 en 5 céntimos y por lo tanto, todo lo del supermercado se pondrá por las nubes. Con el otro redondeo, los que tenemos memoria todavía nos acordamos que muchas cosas que costaban 100 pesetas pasaron a valer un euro. ¿Así que lo que cueste 6 céntimos pasará a 5 o a 10? Se admiten apuestas.

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