O dijo durante la anterior crisis hace un buen puñado de años, parece una eternidad, la entonces consejera vasca de Empleo y Asuntos Sociales Gemma Zabaleta. Un gobierno no crea puestos de trabajo más allá del de los funcionarios, su cometido consiste en generar las condiciones para que las empresas contraten personal. Respondía así a la insistencia de un periodista que cuestionaba las políticas de aquel Ejecutivo presidido por Patxi López, que tenía, por cierto, un barniz democrático extra por haber echado de Ajuria Enea al PNV con una baraja marcada tras desterrar a la izquierda abertzale del Parlamento. La ducha escocesa a la que se enfrentó aquel Gobierno que tuvo que gestionar un desplome de la economía sin precedentes arruinó el experimento constitucionalista y, de rebote, allanó el camino para un entendimiento más sano o menos excluyente, como prefieran. Así que, en medio de un vendaval que tampoco tiene precedentes -estamos condenados a vivir de susto en susto- arranca estos días un Ejecutivo con una sólida mayoría y que además cuenta con el respaldo de las tres diputaciones, que en esta ocasión nacen de la misma madera. Volviendo al inicio de esta reflexión, las palabras de Zabaleta, este Gobierno fuerte tiene sobre sus espaldas la tarea de cocinar el caldo para alimentar a las empresas y favorecer su crecimiento. Pero la reconstrucción de la economía está en manos de las empresas. No hay que esperar a que toque la lotería, sino buscar entre todos la suerte.