L capricho le ha durado a Pablo Casado, el líder menos líder del Partido Popular, "lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks", que diría Sabina. Eligió a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del partido conservador en el Congreso el 30 de julio de 2019, pese a conocer su radicalismo y su incontinencia verbal. La aristócrata de las tres nacionalidades ya había sembrado la discordia al reconocer dos años atrás que, pese a ser afiliada al PP, en las últimas elecciones que ganó Rajoy había votado a Ciudadanos, formación con la que pedía una fusión. Se negó a acudir a la última manifestación del 8-M, tras autodefinirse como "feminista amazónica de la escuela de Camille Plagia", una filósofa estadounidense que en su obra Sexual personae escribió que si la civilización hubiera quedado en manos de las mujeres "seguiríamos viviendo en la cueva" y que son los hombres los que proporcionan "el confort necesario, la conveniencia y el tiempo" para que las mujeres puedan escribir o trabajen. No le gusta que la califiquen de "verso suelto" cuando se le recuerda que no acata la disciplina del partido y responde que "en España confundimos la discrepancia con la disidencia y la libertad con la indisciplina". Abogó por un gobierno de concentración constitucionalista con el PSOE pero no deja pasar la ocasión para lacerar a Pedro Sánchez. Así que Casado le tuvo que decir el lunes: "Calla Caye o a la calle". Y se fue sin morderse la lengua.

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