N plena desescalada con la tercera fase como escenario de ciencia ficción, han aterrizado los prescriptores del Twitter a espolvorear las teorías conspiranoicas a cuenta del covid. Ya estaban tardando. Desde su residencia mexicana Miguel Bosé parece asumir cierta majestad para decir que Bill Gates quiere dominar el mundo a base de inocularnos chips en la vacuna y controlarnos desde su Windows. El 5G es el diablo, casi como un independentista catalán, y las vacunas según Cañizares se trajinan con fetos abortados. Antes llegó Enrique Bunbury y se unió a esa música fusión de Bosé, o sea, la mezcla de churras con merinas para alucinar en Matrix por la gloria de Satán. Detrás está el amado discurso de la libertad y el "me vacunaré si me da la gana" porque por algo son cantantes superventas con carisma y ese endiosamiento que solo da el haber hecho durante tu vida lo que te ha salido del micrófono. Algunos músicos nos quieres hacer creer esta teoría como llevan años convenciéndonos de que hasta cantan bien y los escenarios son un púlpito para esta rara responsabilidad tan libre y atolondrada entre las pseudociencias y la tecnología. Llega la hit parade de la paranoia que solo responde a esa rebeldía suprema de los adorados protestones: terminaremos por ponernos una vacuna antivírica y ya hemos empezado por una mascarilla ¡menuda mierda!

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