eS enternecedora la confianza que tiene Vox en los docentes", dice una amiga profa tomando un pote. "No somos capaces de que los chavales pongan una tilde y ¡vamos a ser capaces de que se hagan maricones!", bromea en el postvino. A su lado, otro colega, un poco más beodo, se chotea: "Si ponen un pin palental que pongan otro pasalil". Y es que el denominado veto parental ha conseguido acaparar más conversaciones de bar que la Isla de las Tentaciones, que ya es decir. Sí, les hablo de ese programa cutre, de bajas pasiones, sexo y morbo fácil que ha revolucionado a los espectadores sobrados de hormonas y faltos de neuronas. En eso Telecinco se parece mucho a los de Vox y el PP: programan para una ciudadanía retrógrada y cavernícola. Pero como paso de hacerle el caldo gordo a Mediaset, me ceñiré al pin. Así que se empieza diciendo que no crees en el feminismo y que no quieres que a tu hijo le hablen sobre violencia machista y se acaba diciendo que no crees en las Matemáticas y que tu hijo no las estudia. O que no quieres que le hablen de la diversidad sexual y que tampoco te mola la Lengua, así que te da igual que no sepa hacer la o con un canuto. Por eso se ha desatado una locura de declaraciones sobre quién tutela mejor los derechos de la infancia, el Estado o la familia. Y muchísimos se columpian. Un consejo: es mejor permanecer callado y parecer tonto que abrir la boca y despejar todas las dudas.

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