EL país de la desmemoria, obra de Juan Miguel Baquero, es un relato periodístico contra el genocidio franquista y el “silencio interminable”. Las memorias de Mariano, que de memoria histórica hizo más bien nada, obedecen a esa forma que tienen los exdirigentes de retomar su presencia en la sociedad cuando el foco desaparece. Y Rajoy, que anda de bolos por los medios, las aprovecha para hacer apología, justificación de los hechos y recuperar la retentiva de la que careció en el Tribunal Supremo en la causa del procés y antes, en la Audiencia Nacional, testificando por la Gürtel. En su Una España mejor se atreve a acusar al PNV de “falta de personalidad y coraje” con su apoyo a la moción de censura que le derrocó, él que ni recordaba cómo atendió a Urkullu el 21 de septiembre de 2017 ni tenía constancia de las imágenes de agentes nacionales apaleando a ciudadanos el 1-O. El presidente que iba a aplicar el 155 por imperativo legal aunque a través de terceros hacía llegar a Puigdemont que “si convocas elecciones no lo habrá y respetaremos el resultado de las urnas”. El que no se acordaba si conocía a Correa ni si se reunió con Bárcenas, ni cómo se pagaron las obras de Génova o cuándo supo de la existencia de El Bigotes. El Rajoy del “todo es falso salvo algunas cosas” y que de repente se cura de su amnesia. El que, en plan Umbral, regresa para hablar de su libro. Para titularlo debía haber rescatado una de sus frases de cabecera: “¡Viva el vino!”.

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