OJALÁ la nueva normativa que obliga a todo quisqui a fichar en el tajo consiga poner fin a los abusos en el tiempo de trabajo que pueden estar produciéndose, pero cómo advertía esta semana pasada el secretario general de Cebek, Fran Azpiazu, es posible que para meter en cintura a unos cuantos patrones explotadores se esté generando un auténtico quebradero de cabeza a todos los empresarios. La situación es similar a lo que ocurre con los badenes que se colocan para forzar a circular a despacio en las ciudades. Los conductores que respetan la velocidad también sufren las molestias de la montaña rusa y, por lo general, a los que se saltan el límite les da igual dejarse los bajos del coche en el asfalto. Además pueden darse casos tan curiosos como el de un bar de Bilbao en el que los empleados cobraban algo más cada mes por los excesos de jornada, tan inevitables como imprevisibles en hostelería. El propietario ha hecho cuentas y, como no puede asumir el pago de la hora extra estipulado para el sector, ha decidido que cerrará a la hora cada día. Pierde el empresario y pierden los trabajadores, que ya han mostrado su enfado por la bajada de sueldo que supondrá no recibir el dinero, supongo que en negro, con el que se compensaba las horas de más. Igual me equivoco, pero me temo que la mayoría de los patrones piratas que están acostumbrados al pillaje y saqueo de los derechos de sus empleados buscarán fórmulas para contabilizar menos horas trabajadas a pesar de la nueva normativa.