SI usted se cree los sondeos -y he de admitir que después de vilipendiarlos he comprobado que hasta en los errores aciertan bastante- las próximas elecciones municipales y forales tienen a tres partidos en pulsos de a dos en fondo. Con carácter general, los ayuntamientos son un cara a cara entre candidaturas de PNV y EH Bildu. En Gasteiz es muy evidente y de ese día dependerá, a expensas de la recuperación siempre latente del voto oculto del PP en Araba, el liderazgo del gobierno municipal del cambio. Los sondeos dicen que la gestión de Gorka Urtaran ha hecho crecer las opciones del PNV de ser primera fuerza y arrebatarle ese puesto a la gran esperanza blanca de la izquierda soberanista, Miren Larrion. Uno u otra habitarán, con toda probabilidad, la alcaldía de la capital en los próximos cuatro años. El esprint se repite en el resto de capitales y en las Juntas Generales, con los dos modelos de gestión y país de las fuerzas abertzales sometidas al contraste ciudadano y clara ventaja jeltzale. Tampoco deben pasar desapercibidos los pulsos que a su vez mantendrá el PSE con ambos. Con EH Bildu en municipios guipuzcoanos y con PNV en algunos tan emblemáticos para la tradición socialista como Irun o Barakaldo. A favor del PSE juega la tendencia histórica que dice que cuando al PSOE le va bien en España, el socialismo vasco se crece. En contra, que sus candidaturas en esos municipios, por bisoñas -Barakaldo- o por gastadas -Irun-, son una incógnita para el votante. Ahí aprietan las siglas.