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Papelón

Pedro Sánchez, encapsulado. Absorto en su ambiciosa realidad. Yolanda Díaz, la contradicción andante. Exigente de pacotilla por la mañana y sumisa por la tarde. Santos Cerdán, atribulado. La desvergüenza amenazante. Zapatero, acorralado. Fundado riesgo de derrumbe de otro icono socialista. María Guardiola, o el ridículo. Inaceptable ejemplo de trumpismo de una presidenta elegida en democracia. Representan solo algunos bochornos ejemplos de quienes se ven sometidos a soportar un papelón tan humillante en medio de un envenenado contexto.

Frente al espejo, Sánchez niega que su suerte esté echada. Hasta desafía a los agoreros y a esa corriente mayoritaria que le afean su pérdida de mayoría parlamentaria, los deplorables casos de corrupción de la pareja de gansters que fueron su círculo de confianza perdida, la desesperante laxitud de la dirección del PSOE ante los acosadores sexuales, o esos tres años sin Presupuestos y otros tantos despreciando al Parlamento sin el debate del estado de la nación.

Sin embargo, aferrado a su soberbia, refractario a las críticas, virtuoso del victimismo, el presidente vuelve a refugiarse en el fango y el complot de la derecha mediática, partidista y judicial para desviar la responsabilidad de la convulsa situación política y social a la que se asiste desde hace demasiadas semanas. Y sobre todo, señalarles como el satanismo que se avecina. La culpa siempre está en el bando de esos malos, permanentemente conjurados, eso sí, para provocar un derrocamiento que, sin embargo, no acaba de llegar ni se le espera. Lo suyo es seguir atrincherado en el poder de La Moncloa, el BOE y el juego de la geometría variable mientras pasan los días. Y desoye las primeras voces temerosas de decenas de diputados de su grupo ante la catarata de desastres electorales que se avecina. Incluso, hasta desprecia el significativo aviso cada vez más sonoro de algunos medios siempre afines, pero no ciegos.

Sin embargo, cual caudillo, su objetivo prioritario, cuando no exclusivo, radica en la gloria personal. Por eso, ante semejante descomposición, se empeña en disfrazar su lógica inquietud y el consiguiente desgaste –su deterioro físico resulta innegable–, esgrimiendo ufano, y con razón, las mejoras sociales, el crecimiento económico o su condición de personaje del año lejos de su país. Bajo un clima político tan tórrido y agresivo, generador de una comprensible incertidumbre, el Ibex o el desempleo han conocido cifras inimaginables.

Entre el ventilador de Aldama, las escandalosas mordidas del grupo hirurok, los rastreos policiales por algunos ministerios o la debilidad ante los tratos vejatorios a las subordinadas, la izquierda no sabe dónde meterse. Solo este estado de desesperación por la pérdida de credibilidad podría justificar la estridente petición de Yolanda Díaz de una inmediata remodelación de gobierno, a modo de revulsivo marketiniano, pero que sin tocar las carteras de Sumar. Ni la demanda fue atendida ni la descortesía fue penalizada. Le vale el consuelo de haber propiciado una reunión sin acuerdo entre socios para que así Podemos no les acuse de sumisos irredentes. Papelón.

Crónica de escándalos

Las indagaciones de la UCO continúan, a la par que las especulaciones. En el centro de esa diana destella cada vez con más brillo Zapatero. El cerco sobre el posible contubernio venezolano del expresidente se estrecha para regocijo del PP, que suspira por cobrarse la pieza del principal inspirador y valedor del sanchismo en estado puro.

En paralelo se extiende la pestilente mancha de los acosos sexuales sin distinciones de género ni de bando político. Desgraciadamente para los socialistas, la conducta inane con Paco Salazar o el papelón de su líder en Galicia descollan como pesadas losas, mientras los populares sufre el penoso comportamiento de su alcalde y senador en Algeciras, aferrado al cargo.

Escándalos como hongos, también en campaña electoral. Ha tenido que ocurrir un truculento robo y posterior recuperación de un botín con apenas 124 votos depositados legalmente en Correos de cara a las elecciones extremeñas de mañana para que el PP enseñe una preocupante inconsistencia democrática y sufra un patinazo inadmisible en un partido con responsabilidades de gobierno. Su candidata, presidenta y segura ganadora de este 21-D, y en menor medida Alberto Núñez Feijóo –pero tampoco muy alejado–, han alentado irresponsablemente, sin prueba alguna y desmentidos por la vía de los hechos, el fantasma de un posible pucherazo. Un triste papelón, inadmisible para un partido con responsabilidades de gobierno.