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El peso de las mochilas

Contra los apagones y desastres ferroviarios, ideología, demagogia y ruido. En una semana dinamitada por escenarios de crisis la gresca política distorsiona la imprescindible búsqueda de soluciones solventes. La trifulca partidista alcanza semejantes decibelios que ensordece cualquier propuesta reflexiva que se precie. La insensatez como bandera. Solo cuenta la carnaza. De un lado, para esparcir la semilla de la obligada elección entre esa izquierda donde están los buenos o esa derecha con el diablo a cuestas. Del otro, la crítica despiadada, aunque ya reiterativa por manoseada, y una búsqueda desquiciada del flanco enemigo sin propuestas concisas en el zurrón. Y en ambas trincheras, la incómoda carga de sus pesadas mochilas. Sánchez, a la búsqueda de esa necesaria credibilidad que se le resiste a pesar de su solvencia oratoria; Feijóo, anhelando un estatus que retrata su debilidad cuando llegan las citas de relumbrón.

El presidente se ha entregado a la eficiencia demoledora de la doctrina política como único elixir electoral. Por eso aguijonea sin piedad al líder del PP, afeando que siga el curso del río de Vox. Le sirve de argumento disolvente para sacudirse de unos nefastos días que han comprometido su imagen, la del gobierno y su fiabilidad. Es cuando apela al recurso fácil desde el atril, ese que invita a elegir maquiavélicamente entre quienes apuestan por quienes hacen posible la subida de las pensiones y la apuesta por las renovables o quienes, en el lado contrario, defienden a los “superricos”, coquetean con las nucleares y objetan las mejoras laborales. Sánchez sabe que con esas disyuntivas malévolas insufla el ánimo de los suyos porque así les toca la fibra y, de paso, contribuye a disipar las consistentes dudas de miles de indecisos, desesperados por la sarta de tantos engaños programáticos a los que asisten durante más de siete años.

Le ha bastado plantear esta disyuntiva dogmática para desviar en titulares los debates de fondo. Por eso siguen vigentes las nebulosas sobre las fisuras en la proliferación de renovables o la debilidad de la red ferroviaria ante la multiplicidad de trayectos. También es cierto que cuando se abre el melón del debate, las apelaciones a las mentiras del presidente, Koldo y las amigas de Ábalos lo cortocircuitan de plano con otra marabunta.

Mientras, la derecha sigue sin rentabilizar ni el descrédito de Sánchez ni su soledad ni las discrepancias cada vez más frecuentes en la coalición. Posiblemente, por el lastre de su propio morral. En unas ocasiones, con discursos tan poco consistentes como el de su jefe hablando de energía con recursos impropios de una opción sólida de poder. En otras, prisioneros de su propia historia gobernante. La continuidad de Mazón es una lacra para el futuro inmediato del PP porque representa un flanco demasiado hiriente para la honradez. A su vez, el ostensible desprecio en la época de Rajoy y su primo hacia las renovables resurge endemoniado con el actual precio de la luz, más allá del sesgo imprimido por Teresa Ribera en su cruzada energética. Ante semejante coyuntura de tropiezos en el histórico del partido resulta hercúleo conmover las conciencias del voto.

Tampoco mejora la imagen de los populares oponerse taxativamente al plan antiaranceles. Supone confundir los planos de la política de Estado con la animadversión a la política del Gobierno. El PP se llena de razón cuando denuncia la oscuridad del sanchismo. Una permanente sensación compartida, incluso, con muchos socios de la investidura. Ahora bien, esta justificada desazón no justifica algunos de sus pronunciamientos en cuestiones nucleares y es por ahí por donde Feijóo alimenta la perplejidad sobre el signo y solvencia de su libro de estilo.

A por la consulta

A la espera paciente de las causas del funesto apagón, en medio de la expectante elección del nuevo Papa, nada como la consulta pública sobre la OPA del BBVA para alimentar las confabulaciones. El veredicto es fácilmente imaginable. Quizá no se ha podido encontrar mejor coartada legal para que el Gobierno aterrice revestido de voluntad popular el decidido rechazo a la pretensión del banco nacido en Bilbao que mantienen las dos almas ministeriales. Dicho de otra manera, no existe cobertura más legítima para atender sin ruborizarse las exigencias de Junts y de una cualificada representación de la clase empresarial catalana. Otra vez, ante una cuestión tan procelosa, la chistera de Sánchez vuelve a dar un golpe de efecto que resulta imbatible.