LAS gafas de atrezzo de Pello Otxandiano no son las de John Lennon. Ni de palo. Parece mentira que haya a quienes les cuele la historia de la inmaculada concepción de un candidato que lleva la muda sucia desde la cuna. Volvemos al tópico de la mona vistiéndose de seda que, pese a sus muy meritorios esfuerzos por parecer otra cosa, se queda en mona cuando le plantan delante la kriptonita desenmascaradora. Como Silvia Intxaurrondo dejó a Feijóo en paños menores en su día, anteayer Aimar Bretos puso a la beatífica criatura diseñada por el aparato de propaganda arnaldiano ante el espejo que refleja sus miserias imposibles de ocultar. Lo que sorprende, con tanto experto en marketing en la autodenominada coalición soberanista (Sortu con cartucheras), es que el Pitagorín de Otxandio no tuviera mil veces ensayada la respuesta a una pregunta tan obvia como la del cajero que nos cuestiona si queremos bolsa.

Provoca una mezcla de sofoco, rabia y despiporre asistir al descoloque del aspirante cuando se le pide que aclare si, en su opinión, ETA fue una organización terrorista. Entre ajums, ejems y carraspeos y bailoteos de los ojos debajo de las lupas de plexiglás, el interpelado se viste de lagarterana y llega a sacar el comodín de los ataques de Israel sobre Gaza y, en homenaje al inolvidable Pau Donés, canturrea que “Depende, todo depende de según cómo se mire”. Vamos, que terrorismo es todo, menos lo que hayan practicado los míos. A ver si va a ser casualidad que el responsable de Orientación Estratégica (sic) de Sortu sea David Pla, último jefe de ETA en un periodo en que la banda mandó al otro barrio a unas decenas de seres humanos. Pero él solo pasaba por ahí. Desconozco si la vergüenza eviscerada por las declaraciones titubeantes del aspirante de diseño cambiarán algo el domingo. Soy pesimista al respecto. A muchos votantes del susodicho les da igual ocho que ochenta u ochocientos asesinatos.