Esperpéntico embajador de Israel ante la ONU: Ya supimos de cómo las gasta cuando, hace unos días, se jactó de impedir la entrada a su país del jefe de la misión humanitaria de Naciones Unidas “para darles a una lección”, en referencia al valiente discurso del secretario general, António Guterres, explicando el abecé de la injusticia que padecen los palestinos. Anteayer quiso impactar al mundo con otra de sus patochadas, pero parece que no le salió muy. Ni corto ni perezoso, se presentó en su pupitre con una estrella de David amarilla prendida en la solapa. Pretendía ser una burda alusión a cómo los nazis marcaban a los judíos. El gesto ha despertado la indignación, entre otros, del presidente del Centro Yad Vashem para la Memoria del Holocausto de Israel. Hay ciertas cosas con las que no se juega.