Ley de Vivienda

Frente a los cuarteles de Loiola, en Donostia, el candidato del PNV recordaba un par de obviedades. La primera, que las promesas del Gobierno de Sánchez son más bien gaseosas. Las viviendas que deberían construirse en un lugar donde la represión franquista hizo mangas y capirotes siguen aguardando su ejecución. Que llegará, sin duda, pero con una demora que retrata a la ministra Robles... y a las fuerzas oscuras que tratan de impedir que una zona militar se convierta en casas. El otro recordatorio de Esteban es, si cabe, más revelador sobre ciertas políticas basadas más en el blablablá que en los hechos: desde su aplicación, la pomposa Ley de Vivienda española (es-pa-ño-la, repetimos) se ha traducido en la retirada del mercado de miles de viviendas de alquiler. El resumen y corolario es de un sencillo que abruma: las leyes propias funcionan mejor. A ver quién se lo cuenta a EH Bildu, feliz firmante de una ley que hace aguas por todas partes.

Épico Sánchez

Tras el fiasco en el cara a cara y su intento de aprovechar las tribunas internacionales para resarcirse del papelón en el plató de Atresmedia, Pedro Sánchez se reengancha a su campaña por la remontada. Lo ha hecho en Valencia, donde acaba de entregar a su rival (reforzado con Vox) los gobiernos de la comunidad y la capital. Pero, como es también la tierra del Alcoyano, el todavía inquilino de La Moncloa, que además es lo que Tarradellas llamó “ególatra del carajo de la vela”, ha apelado a su propia trayectoria de mil veces salvado en el último minuto para asegurar que esta vez también sonará la flauta y Feijóo se quedará con un palmo de narices el 23 de julio por la noche. “Siempre me ha tocado luchar contra todo y contra todos, y he salido victorioso”, aseguró el MacGuyver de Ferraz. No es que sea mentira, pero sorprende que la épica sea el último argumento que le quede.

Feijóo y el bilingüismo

Mientras, el mesías Feijóo paró un ratito por Gasteiz para montar el clásico numerito de los actores en gira “por provincias” cuando recalaban en estas pecaminosas tierras. Todos se sacaban del armario un ancestro vasco o juraban sentirse como si hubieran nacido en Aramaio. En el caso del líder de los genoveses, su curioso comodín del público fue el bilingüismo. Se lo juro. Después de cómo las gasta su partido contra el euskera en la demarcación autonómica (no digamos en la foral), aseguró que, como expresidente de la Xunta, sabía perfectamente lo que es el bilingüismo y el respeto por la lengua y la cultura propia de un país. Pues ya sabe infinitamente más que Iturgaiz, Laura Garrido, Beatriz Fanjul o cualquiera de los artilleros dialécticos locales del PP que no dejan de ciscarse en la lengua vasca.