EL calendario avanza inexorable. Quedan dos meses exactamente para las que, en nuestro caso, serán elecciones forales y locales, con el gobierno de Nafarroa también en juego. Como aperitivo y festín para los que nos gustan las encuestas como comer con los dedos, EITB nos ha servido un macrosondeo cuyos resultados se parecen bastante a lo que nos señala la intuición. En el caso de los tres territorios de la demarcación autonómica y sus respectivas capitales, la foto será muy similar a la que resultó de los comicios de hace cuatro años. El PNV mantiene la hegemonía –alcanzando, incluso, la mayoría absoluta en Bizkaia– y EH Bildu también muestra su pujanza y mejora notablemente sus posiciones. En la comunidad foral, se apunta la bofetada cósmica de UPN y la más que factible renovación del llamado gobierno de progreso, con la socialista María Chivite repitiendo presidencia.

Insisto: todo muy factible, pero en este minuto del partido, puras cábalas. Como no dejan de repetir los portavoces de todas las formaciones, al margen de que salgan, bien, mal o regular en el pronóstico, no hay encuesta que valga lo que el escrutinio de la noche electoral. Es un tópico de talla XXL, pero también una verdad irrebatible. Tenemos abundante experiencia de holgadas victorias anticipadas en los sondeos que no han contado con la reválida de la realidad. Y si nunca se puede levantar los brazos antes de tiempo, menos aún en un contexto como el actual, en que la mezcla de pachorra y desafección pueden invitar a quedarse en casa. O, lo que es lo mismo, a regalar la capacidad de decisión a los demás.