Ahora que está jubilado, ¿sigue echándose a los caminos?

–Eso nunca se deja y además, como mis compañeros de la editorial me encargan un libro cada año, cosa que agradezco infinitamente, no hay disculpa.

¿Hay algún punto de Euskal Herria que todavía no haya pisado?

–¡Uf! Por suerte, infinidad de ellos. Soy un amateur comparándome no solo con personas que llevan años divulgando parajes y pueblos sino con esos montañeros y viajeros que siempre tienen todo a punto para que en cuanto haya una fiesta, salir escopetados.

¿Cuántas rutas ha documentado?

–Son muchas pero la verdad es que no llevo la cuenta.

¿Hay parajes que se guarda solo para usted?

–Me gustaría, pero cada vez que descubro algo especialmente interesante, no puedo aguantarme y siempre tiendo a compartirlo. A veces, me arrepiento de ello.

¿Qué elementos tiene que tener una ruta para que sea atractiva?

–Ninguno especial. Es nuestra actitud ante una u otra excursión la que convertirá la misma en atractiva. Luego, claro, hay factores que ayudan mucho: el paisaje, las gentes que te encuentras, lo que has aprendido, las dificultades a las que has conseguido sobreponerte, la compañía o la soledad…

¿Y cómo se plasman de forma que no se pierda quien pretenda seguirlas?

–Ahora es difícil perderse por la gran cantidad de marcas que hay en muchas de las rutas que hacemos habitualmente y por las guías, la tecnología o páginas web especializadas. Aún así, y como la orientación no es mi fuerte, hago mucho hincapié en la descripción del recorrido en mis libros.

¿Es cierta mi percepción de que cada vez hay más gente que practica el senderismo?

–Pues no sabría decirte. Quizás en las zonas más conocidas es así y va más gente que nunca a ellas. Pero en la montaña no creo que haya más gente que cuando yo era joven. No tengo esa sensación, pero puedo equivocarme y ojalá me equivoque.

¿Es posible atender las necesidades de un público tan diverso?

–Eso sería muy peligroso. Si queremos satisfacer las necesidades de todos o de la mayoría, acabaríamos con la parte más silvestre y salvaje de nuestra naturaleza. Se empieza por un balizaje, se continua con pasarelas y se acaba cimentando caminos. Hay que tener mucho cuidado con ello.

¿De qué está especialmente satisfecho de sus 30 años como responsable de la editorial SUA?

–De tantas cosas... Pero, fundamentalmente, del legado que SUA deja a través de sus más de 600 publicaciones y miles de propuestas para que muchísimas generaciones conozcan nuestros pueblos, valles, montañas, ríos. Nuestro arte, arquitectura, cultura. Nuestra Euskal Herria, en definitiva. Y también otros entornos, pues SUA realiza guías desde los Pirineos hasta Cádiz pasando por Catalunya, Asturias, Galicia…

Los libros de viajes, ¿mejor en papel?

–Sin ninguna duda. La suma del trabajo entre escritores y editores convierte al libro en un tesoro inigualable. Si además añades a él tus notas, es como un diario de viaje para toda la vida. El libro, bien sea guía, relato, ensayo o novela sobre lo que estás visitando, es un compañero más del viaje.