LA quinta columna, la construcción de la quinta torre que se detuvo fue una parada cuando ya no esperaba. Digamos que los pedales están para pisarlos a fondo. Si quitas el pie del acelerador, uno descubre que se apura la frenada y si sueltas el pie del freno es para volver a dar gas al máximo, pero no es fácil dar al tiempo de la construcción de la quinta torre de Garellano. No en vano, la paralización de las obras en Anboto Dorrea por parte de Construcciones Urrutia no ha sido la única en Bizkaia que ha protagonizado la firma alavesa. Aunque estaban informando de que eran cuatro proyectos residenciales los que tenían paralizados sus tajos, finalmente solo es uno de ellos en el que se ha rescindido el contrato, por mucho que a aseguren que otros dos Urrutia les han informado de que tiene que aumentar los costes de la obra para poder continuar con la misma.

Digamos que los responsables de estas promociones, también en régimen de cooperativa como la de la torre de Garellano, están analizando si rescindir el acuerdo o continuar el proyecto con Urrutia incrementando como consecuencia el precio final de las viviendas. El proyecto en el que la constructora perteneciente al grupo financiero Urbas ha dejado el trabajo también es el que se llevaba a cabo en la zona ubicada entre Ametzola y Rekalde. Todo son problemas de primera división.

El poeta Pablo Neruda nos dejó aquellos versos para solucionarlo todo, aquellos que decían “queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños”. Es bien sabido que la mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos y en esa cuestión de arreglos está enmarcado Bilbao.

Es bien sabido que lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar y que la a formulación de un problema, es casi más importante que su solución. “El verdadero problema del mundo es cómo impedir que salte por los aires”, nos dijo Noam Chomsky, de eso no cabe duda. Y la salida de ese laberinto siempre ha de manejarse con la misma fórmula, con la idea de enfrentarse, siempre enfrentarse, como si ese fuese el modo de resolver el problema. ¡Enfrentarse a él! Con todo ese problemas de contratos que nos rodean habrá que apretar fuerte los puños para salir del agujero.