En la mitología griega Europa era una princesa fenicia, hija de Agénor y de Telefasa. Al parecer Zeus la vio jugando en una playa, se enamoró de ella y se transformó en un toro blanco, tan manso, que Europa se acercó a él, puso flores sobre su cuello y finalmente se atrevió a montarlo; entonces, Zeus se levantó y cruzó el mar, llevándosela a la isla de Creta. Es una leyenda, ya lo sé. El rapto de Europa inspiró a numerosos artistas. Pero ahora que el viejo continente entra en escena merced a la Eurocopa ese rapto de la belleza preocupa a no pocos clubes donde juegan los príncipes del fútbol, llamados un día a ser reyes. O dioses, si un Zeus cualquiera se cruza en el camino.
¿Por qué preocuparse?, se preguntarán muchos de ustedes. No hace falta más que echar la vista atrás, a la temporada 2011-12 en la que el Athletic de Bielsa cruzó Europa dejando huella. Desde el Parque de los Príncipes del PSG (poca gente recuerda que el Athletic eliminó al conjunto parisién en la fase de grupos...), hasta el estadio José Alvarade de Lisboa, en semifinales pasando por el mítico Old Trafford. El Athletic jugó entonces en Europa como los ángeles y hubo un buen puñado de jugadores que se pusieron en el escaparate. Fernando Llorente, Ander Herrera o Javi Martínez estaban entre ellos. Pronto, muy pronto, llegaron las ofertas. ¿Quiénes son estos fútbolistas?, se preguntaban los dioses del fútbol. Y la Juventus, el Manchester United y el Bayern de Múnich se decidieron a ficharles, en dos de los tres casos tras pagar sus cláusulas. Un Athletic enriquecido empobrecía su juego.
Hoy, a las puertas de la Eurocopa, hay gente que teme por el futuro en el Athletic de Unai Simón, un portero templado; Vivian, un central joven con alma de la vieja usanza, y por Nico Williams, navaja que recorta. Parecen del Athletic de toda la vida pero su huella es peligrosa en un mercado voraz.