L LABI apunta hoy al mantenimiento de la práctica totalidad de las medidas de protección y contención de la pandemia covid-19 en un entorno en el que se está deshilachando la coordinación interautonómica y nunca la ha habido en el marco de la Unión Europea. La actitud prudente del Gobierno vasco no siempre se ha visto acompañada del respaldo público suficiente por parte de los agentes políticos y sociales que ayudan a conformar una opinión pública informada. Bien al contrario, la incertidumbre propia de una situación sobrevenida sin precedente, como la crisis sanitaria actual, ha sido el terreno de juego favorable para aprovechar el desgaste de quien gobierna -no solo en Euskadi- alimentando el malestar de corrientes de opinión interesadas o que no necesariamente han priorizado un razonable consenso científico sobre las pautas a seguir. Euskadi prorrogará hoy con toda probabilidad las medidas de control y esto volverá a alimentar su cuestionamiento. Las opiniones, entre las que hay muy razonadas aunque no necesariamente coincidentes con las estrategias públicas, deberían enriquecer el conocimiento compartido, pero no suponer una constante labor de zapa de consensos que ocasionalmente llegan a cuestionarse sin un solo argumento técnico que justifique la radicalidad de su oposición. El mimetismo con las decisiones de otras autoridades administrativas no es tampoco sinónimo de coordinación. Los momentos epidemiológicos no son equivalentes y las fórmulas para estabilizar la vida social y económica del país no pueden manejarse por mera imitación por mucha presión sectorial o social que se ejerza. Es indudable que se está ejerciendo una presión sobre esas autoridades, que es tanto más efectiva cuanta menor es la coordinación y la fidelidad a los baremos científico-sanitarios. Medidas como el pasaporte covid no son de aplicación universal pero tampoco están amortizadas en el Estado, donde varias comunidades autónomas lo ratifican mientras otras lo suspenden, ni el continente; la vacunación es un factor obligado para la vida social y hasta laboral en diversos países de la Unión Europea, mucho más exigentes y más radicales frente a la contestación en la calle. Al Gobierno vasco solo le queda aguantar el tirón de esa protesta y ampararse en el conocimiento médico para tomar decisiones frente a la retórica de la libertad mal entendida.