A reapertura este pasado sábado del ocio nocturno y la relajación de horarios y aforos de las actividades sociales han abierto este fin de semana la transición hacia la nueva normalidad en Euskadi tras meses muy duros debido a la pandemia de covid-19. La decisión adoptada tras la última reunión del Consejo Asesor del LABI es un paso más en la desescalada ante la evidente remisión de la quinta ola que, pese a todo, hay que tomarse con suma prudencia. La mejora de la situación desde el punto de vista epidemiológico invita al optimismo y la esperanza. Los indicadores así lo avalan. Euskadi -con la única excepción del pasado viernes- acumula ya cincuenta días con una evolución positiva que se ha consolidado. De hecho, los últimos datos, referidos al sábado, muestran que la tasa de contagios en la comunidad autónoma vasca ha caído al 2,3%, situándose por debajo del 3% por primera vez desde finales de junio. La presión hospitalaria también ha descendido de forma notable, con 45 enfermos graves con covid en las UVI vascas, la cifra más baja desde el 19 de junio. Todo indica que estamos atisbando la luz al final del túnel. Una situación que está siendo posible gracias al ejemplar comportamiento de la gran mayoría de la ciudadanía que, por una parte, está cumpliendo con rigor y responsabilidad las medidas de prevención y, por otra, ha acudido masivamente al proceso de vacunación, lo que permitirá alcanzar en los próximos días el porcentaje del 90% de la población inmunizada. Los signos de esta normalidad que ya se atisba no se perciben únicamente en el ocio, como indica el hecho de que Osakidetza recuperará este mismo mes las consultas presenciales en los centros de salud. El alivio por la evolución positiva de la pandemia no debe hacer olvidar, sin embargo, que el virus continúa entre nosotros y que es imprevisible, lo que significa que la pandemia no está, ni mucho menos, superada. Queda aún mucho para la normalidad completa. Hechos lamentables como las celebraciones de no fiestas y los macrobotellones como el que tuvo lugar la madrugada de ayer en Bilbao o los incidentes que volvieron a repetirse en Donostia con tres personas detenidas son, por ello, especialmente reprochables porque son profundamente insolidarios y suponen un riesgo para todos. Es necesario un último esfuerzo hacia la ansiada vieja normalidad.